Archivo | noviembre, 2016

La agradecida

22 Nov

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No las cuidamos, no las podamos, no les hablamos. Y aún nos lo agradecen así. Nuestras uvas, fiel testimonio de que también en Sharíqua en su día se dedicaban al cultivo de «vitis vinifera», este año nos han parecido especialmente grandes y dulces. Son pocas, es verdad, pero suficientes para alegrarnos las mañanas con un zumo de uva buenísimo y además convertirse en un gelée que tan sólo por su intenso color se hace irresistible.

Ya que no disponemos de licuadora, recurrimos a otro procedimiento algo más laborioso. Después de haber lavado las uvas a conciencia y haberlas separado del racimo, las colocamos en una olla, añadimos zumo de manzana y de limón. ¿Las uva2_casa-rural-shariquacantidades? Para dos kilos de uva, utilizamos 250 ml de zumo de manzana y el zumo de dos limones. Calentamos las uvas y las dejamos hervir brevemente hasta que todos los granos hayan reventado. Ahora las masa se pasa fácilmente por un colador.

Dulce, con un toque ácido y además cien por cien ecológico. Qué zumo más bueno. Casi no se puede pedir más, a no ser que te guste la mermelada. Como es nuestro caso, convertimos un litro de nuestro zumo en gelée de uva.

Para eso añadimos 700 gramos de azúcar, una vaina de vainilla y la piel de una manzana (para aumentar las pectinas y ayudar a que el gelée espese). Se calienta y se deja hervir hasta que empiece a espesar. Para comprobar la textura, dejar caer unas gotas en un plato recién sacado del congelador. Si la gota se para rápidamente, el gelée ya está perfecto para meterlo en botes bien esterilizados. Dejarlos cinco minutos boca abajo y listo. ¿A que es irresistible?

360 grados de hermosura

20 Nov

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Hay cosas que no se pueden rechazar. Un cucurucho de almendras recién tostadas en una feria, «Tatort» el domingo por la palancia-amador1_casa-rural-shariquanoche, pararse ante una puesta de sol de película… O disfrutar de una tarde de otoño en los valles de Bejís.

Así que lo hemos vuelto a hacer. Caminar por esas tierras tan bonitas, sin embargo, esta vez por territorios aún desconocidos: Nuestra caminata de otoño nos ha llevado a las Peñas de Amador, la vecina «pequeña» de la Peñaescabia.

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El cómodo camino por el PR275 nos lleva por pistas forestales, siempre acompañados por densos pinares, preciosos ejemplares de carrascas y enebros y una sanísima alfombra de plantas silvestres aromáticas. Siempre observados por unos buitre_casa-rural-shariquaimponentes buitres y águilas. Llegados a la cima de las Peñaspalancia-amador2_casa-rural-shariqua de Amador, a una altura de 1.135 metros y recibidos por la casa-vigilancia de los forestales, las vistas quitan el aliento: 360 grados de hermosura. Enfrente la poderosa Peñaescabia, seguida por las montañas de El Toro y el inmenso altiplano de Barracas con la Peñagolosa al fondo. En la otra dirección se asoman los preciosos picos de la Sierra Espadán, acompañados al otro lado de las montañas de la Sierra Calderona.

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¿Se puede pedir más? Pues sí. Las vistas al valle del Río Palancia desde las Peñas son espectaculares. Reducida a tamaño maqueta delante de nosotros vemos la aldea de El Molinar, acomodada entre grandes riscos. El valle estos días lleva uno de sus vestidos más bonitos, colorido y onírico.

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De vuelta, el camino nos lleva por tierras rojizas en dirección hacia el Mirador Collado Royo que nos abre impresionantes vistas al valle y la bonita silueta de Bejís.

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Llegando al Río Palancia y a las primeras casas cerca de los Cloticos no cabe duda en qué mes estamos: El sonido de las máquinas vibradoras, las extensas mantas verdes, el olor a aceite, la musiquita de la radio y, cómo no, los picnics para retomar fuerzas son la inequívoca señal de que estamos en plena temporada de la recogida de la oliva.

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¡Qué tierno!

5 Nov

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Sí, vale, hubiéramos podido imaginar momentos más adecuados para cavar la huerta y seguro que ha habido días en que hubiéramos ansiado tener a alguien que echara una mano… No ha sido el caso. En vez de una mano, han sido patas, hocicos y una fuerza animal que se hizo cargo de airear parte de nuestras plantaciones: Visita nocturna jabalina, o lo que es lo mismo, el campo pezuñas arriba, 150 cebollitas tiernas arrancadas sin compasión y jóvenes tirabeques que se han salvado de milagro.

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Sabíamos que «sus scrofa» anda por nuestras tierras, disfruta de baños de barro en la parte alta de la finca y deja sus huellas por la vieja vía pecuaria. Pero nunca hasta ahora se había interesado por la huerta y sus productos regionales. No cabe duda. A los cerdos les va lo tierno. Y además de cebollitas seguro que han dado con un montón de raiíes, lombrices, hojas, caracoles, hierbas… Un manjar, vamos.

¿¡¿¡¿O acaso tenemos trufas?!?!?

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