Quién hubiera dicho que esperaríamos este momento con tanta inquietud: Empieza la campaña de la oliva 2010, abre la almazara de Jérica y como mínimo durante dos semanas los tractores, el olor a aceituna y el ir y venir del campo determinarán muchas vidas.
No es que tengamos muchos olivos, y los que tenemos tampoco son de los más productivos. Sin embargo, nos hemos enganchado… Enganchado a la vida del campo. Y eso, cuando todo empezó bien distinto. Nuestra finca y con ella los olivos habían estado más de 20 años sin cuidar y cuando aterrizamos nosotros, expertos en la materia nos decían: «¡¡¡Estos árboles necesitan una poda radical!! Y luego ya veremos.» Parecía una sentencia con fatales consecuencias.
Es que hay que saber que una poda radical hecha por un hombre del campo es un espanto. Al final no quedará nada, y también nuestros olivos parecían haberse quedado sin aliento, sin alma, sin defensas. De ramas y hojas, mejor ni hablamos. Así que decidimos: Nunca más, de poda nada, a partir de ahora que crezcan y si no hay olivas, no hay.
De eso hace ahora cinco años. Ya no contratamos podas, no, las hacemos nosotros. Nos sigue encantando como se recuperan y crecen los olivos, pero también nos encanta cada oliva que producen. Después de la poda, ya en mayo, cuando sacan sus flores miramos – con más interés que conocimiento – si la cosa va bien. Cuando en verano aparecen unos frutos minimalistas, también seguimos el proceso con la misma cara de entendidos y comentarios al cuento. Y finalmente, cuando las aceitunas ya han cambiado de verde a un brillante negro, llega el gran momento: Abre la almazara.
No hay que esperar más: Manos a los olivos. Ya os contaremos cómo nos ha ido la cosecha. Y, desde luego, os hablaremos de ese aceite de oliva virgen tan especial que se produce en Jérica y en todo el Alto Palancia.
Etiquetas: campo, oliva